¿Jugamos?


- Francisco.

Sin mirar a Francisco y contemplando el escenario que todos veíamos, incluido el antes nombrado.

- ¿Sí, mi princesa? - susurró con un hilo de voz.

- Eres un idiota.

- ¡En eso concordamos todos! - exclamó Gabriela de mala gana.

Habíamos llegado al cine. Lo que no esperábamos era que estuviera cerrado hoy por reparaciones. Justo hoy. Bueno, no toda la culpa es de Francisco.

- Pensé que era un anuncio falso eso del que cine estaría cerrado hoy. - Sí, todo es su culpa.

- Muy bien, volvamos. No queda nada más que hacer.

Sin haberle soltado la mano a Francisco, tomé la decisión del volver al internado. Quizás no era tan mala idea quedarse. Mientras pensaba en las cosas que podía hacer en un día como hoy, Gabriela me toca el hombro para contarme:

- ¡Pero ya estamos aquí! ¿Qué les parece si vamos a esa feria navideña?

Gabriela apuntó a un cartel fuera de las puertas de entrada del cine. Nos acercamos todos a leer de que va la feria y al menos a mí me interesó bastante, contrario a las expresiones de los chicos, bastante indiferentes. La feria no se encontraba muy lejos, podíamos llegar caminando.

- No, gracias. - hablaron al mismo tiempo Demian y Francisco.

Gabriela y yo no éramos las más sorprendidas por la coincidencia, ellos sí.

- Vamos Aída, ¡siempre quise ir contigo a una de estas ferias!

Fue innecesario que lo dijera, yo también tenía ganas de ir. Aunque no me lo pidiera, yo iba a ir de todas formas, sin embargo, nada se puede comparar a lo especial que me hizo sentir Gabriela al hablarme como antes lo hacía y el querer hacer cosas conmigo.

- Voy. - le dije a Gabriela con una sonrisa. - Mientras tanto...- dirigiéndome a los chicos. - Pueden volver juntos de la mano a la escuela, nosotras iremos.

Gabriela y yo reímos por la inofensiva burla a los chicos, inofensiva pero efectiva para convencer a Demian y Francisco de acompañarnos a la feria.

- Mi corazón esta donde vayas tú, princesa, ¡voy contigo!

Todos mirábamos a Demian, esperando una respuesta.

- Voy. - Demian que había soltado la mano de Gabriela hace un buen rato, al acercarse ella a cogerle la mano nuevamente, él la esquiva. - Pero no seguiré con esa tontera de tomarse las manos.

Gabriela que parecía estar al borde de lágrimas, se alejó de Demian y se colocó a un lado mío. Le tomé la mano y no la rechazó, parecía un poco más calmada e incluso alegre. El camino no duró más de treinta minutos, de los cuales Demian quiso mantener su distancia y no hablar con nadie, por nuestro lado, la conversación fluía entre Gabriela, Francisco y yo.

- Llegamos. - anunció Gabriela.

Y tomándome de un brazo, me separó del lado de Francisco para meternos entre toda la gente, había demasiada que caminar se volvía algo incomodo porque la masa de gente era la que nos llevaba en una dirección e ir en contra era enfrentarse a tropezones, golpes y empujones por excelencia. Y sólo era la entrada.

"¡Es demasiada gente!"

En eso aparece un hombre más grande que el promedio y no viendo que Gabriela y yo íbamos de la mano, el hombre pasa entre nosotras, viéndonos obligadas a ir en direcciones distintas. No éramos más alta que toda la gente de allí, por lo que rápidamente perdí de vista a Gabriela, gritar era inútil, la gente hablaba y la música por sobre lo que decía la gente.

"Me estoy ahogando"

Sentía que perdía mis fuerzas para avanzar entre la gente, mi cerebro no encontraba salidas a la solución, pero luego una mano se extiende hacía mí con dificultad, no dude en tomarla. Conocía esa mano. Se trataba de él, que de alguna forma es como si se tratase del destino encontrarnos siempre. Demian.

Fue sencillo encontrar la salida para él. Sólo en la entrada se había formado una congestión de gente, ya más adentro la gente estaba más separada.

- Gracias. - pude decir cuando me calmé.

Abracé a Demian y me toma por sorpresa que Demian me rodeé en sus brazos. Dejé caer mi cabeza en su hombro y me dejé llevar por los sentimientos del momento. Podía sentir su corazón y el mío un tanto agitados, también mi respiración llegando a estabilizarse, luego cayendo en cuenta de lo que estaba haciendo. Sin embargo, antes de poder moverme, Demian murmura en mi oído:

- Eres idiota, debieron haber esperado que la gente se disipase un poco. Así te hubieras evitado el estar entre toda la gente y casi morir aplastada.

Lo último me divirtió. Demian y yo nos separamos, ambos un poco sonrojados. - No iba a morir aplastada. - dije graciosa, esperando que Demian riera, pero de verdad parecía haber estado preocupado. - Estoy bien.

Él sonrió y me tomó de la mano. - Así no te pierdes.

Acepté las reglas de su juego. En parte porque estaba bien gracias a él y por otro lado porque quería estar un rato más así con él.

"Espera, ¿y Gabriela?" me reprochó mi consciencia, "Ella también pudo o puede estar en mi situación anterior.

- Esta con Francisco. - dijo Demian como si me hubiera leído los pensamientos.

- ¿Seguro?

- Sí. - respondió sin mirarme.

No me dio tiempo para darle más vueltas a las respuestas de Demian cuando la gente nuevamente nos rodeó y nos empujó hacia adelante, donde un hombre sobre un escenario hablaba por un micrófono, invitando a todos a acercarse a mirar y quienes quisieran a participar.

- Vengan aquí todos, es un juego muy entretenido, ¡pocas personas lo ganan! Sorprendentemente. - se movía de un lado a otro invitando a la gente. - Adelante vengan, no sean tímidos amigos míos...

De repente Demian y yo sentimos como unas manos nos empujaban al centro para participar junto a otras parejas más. Ambos por reflejo, miramos a quien nos empujaba.

Una anciana con una fuerza increíble debo admitir. "¡Tengo fe en ustedes chicos! El amor siempre gana y el de ustedes es fuerte" fue lo que nos dijo junto antes de que fuésemos pillados por el hombre del micrófono. La anciana que nos llevó a participar nos miraba con todo el amor que su mirada nos podía transmitir, "Esta loca" fue lo que pensé. Demian y yo no somos una pareja, tampoco lo seremos.

- Ustedes chicos, ¡preséntense!, ¿Cómo se llaman? - dijo el hombre acercando el micrófono a Demian.

- Demian- mirándome como si buscara seguridad en mí, por lo que estábamos por hacer.

La obtuvo cuando di mi nombre, al igual que el tuyo. Nos quedamos un buen rato en silencio. Observé a las parejas que ya se habían presentado antes que nosotros y las que faltaban por presentarse.

- Demian...- no logro decir mucho para que Demian vea lo que yo vi. - ¿Es ...?

- Sí.

No alcanzamos a discutir mucho más del asunto. Llega a nuestro lado uno de los ayudantes del hombre con trajes de duendes y vendas para los ojos. "¿En qué nos metimos?" le dije con los pensamientos a Demian cuando nos entregaron una venda a cada uno.

- Les contaré en que consiste el juego. Tienen que encontrar a su pareja entre todos los jugadores. - somos muchos. - Con los ojos vendados. Disponen de un tiempo total de diez minutos para encontrar al amor de su vida, solo les está permitido tocarse las manos y el ante brazo.

La gente aplaudió con euforia, esperando que el juego comience. Lograban lo que querían, entretención. Lo que acababa de contar el presentador era sólo la primera parte del juego. El premio prometía ser muy bueno.

- ¿Me ayudas? - preguntó Demian, tendiéndome su venda.

Tomé la venda y cuando terminé de ponérsela, Demian me ayudó como pudo con la mía. Sentía su respiración a mis espaldas, también podía oler jabón y un toque de perfume. Deje que su aroma permaneciera en mí, disfrutándolo por más tiempo.

- ¿Están listos? -preguntó el señor, a lo que se escuchó un "¡sí!" por parte de todos. -Pues entonces juguemos...



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