Tus manos y una canción

- Pietro faltan unos días para las vacaciones.

- Es cierto, ya estamos en octubre.

Los mejores amigos miraban la televisión sin prestar demasiada atención, la charla que habían tenido hace unas dos semanas había destruido a Pietro, no volvió a hablar con naturalidad con Nina, por miedo a ilusionarla y Paula no se aparecía, ni siquiera por llamadas.

De un momento a otro Francesca se durmió.


"La adolescente se encontraba sola en una calle oscura, pero no fue hasta que alguien tomó su mano con firmeza y calidez. Fernando.

- Don't go breaking my heart. - Francesca lo miró extrañada, pero luego sonrió. -Don't go breaking my heart...

Y así como sucede en los musicales comenzó a catar con él, con una voz tan hermosa que haría llorar a su madre. Se sentía ligera, despreocupada y feliz, sostenía su mano y sentía que ya lo había hecho cientos de veces."


- ¿Ya despierta? - preguntó su amigo sorprendido. - Te dormiste sólo 30 minutos, mucho menos de lo usual.

La chica conservaba las marcas del cojín del sillón, pero eso no parecía molestarle, era algo más. - Estaba soñando.

- ¿Qué era?

- No me acuerdo.

No era sorpresa que haya olvidado su sueño, el rubio no recordaba prácticamente nada al despertar y aunque le gustaría recordar más sus sueños, estaba acostumbrado a olvidar.


- ¿Sigues pensando en el sueño?

- Sí, tenía la sensación de que quería seguir soñando. - Francesca le sonreía a su mejor amigo mientras recibía su helado. - Gracias por invitarme a salir.

- La próxima vez, me invitas tú.

Los chicos seguían discutiendo de su próxima salida hasta que fueron interrumpidos por Bruno quien se encontraba de paseo con su padre. Desde su llegada no habían tenido la oportunidad de conocer el Vomero.

- Hola, ¿Cómo están?

- Hola, venimos de paseo por un helado, ¿Estás solo?

- No, vine con mi papá. - Bruno se giró buscando a su padre entre la multitud, no fue difícil de reconocer, pues era alto y tenía un gran parecido con su hijo. - ¡Papá, por aquí!

- Te fuiste de repente, ¿Qué...? - el hombre se calló, su hijo se encontraba en la presencia de amigos. - Lo siento, me presento...

- Tranquilo, ellos son Francesca y Pietro, compañeros de clase. - hizo una pausa esperando que se saludaran. - Han sido muy amables conmigo.

- No es nada, eres muy simpático y a todos les caes bien. - se adelantó a decir Pietro, pese a no compartir mucho con Bruno, reconocía en él una buena persona.

- Me alegro de que sea así. - comentó el adulto. - De todas formas, hijo, no quiero separarte de tus amigos, pero ya debemos volver a casa.

- Fue un gusto conocerlo y un gusto verte de nuevo. - se despidió la chica de padre e hijo respectivamente.

Luego de despedirse, los chicos continuaron su paseo por el Vomero. El recorrido había despejado sólo un poco la mente de Pietro, su corazón le pesaba al recordar a Paula y no quería seguir molestándola, ella ya se lo había dicho, hablarían cuando estuviera lista, mientras debía ser paciente.

- Dame tu mano. - dijo su mejor amiga mientras cogía sus manos y entre las de ella. - ¿Quieres cantar conmigo?

- Quiero cantar contigo. - Cesca lo intentaba animar a no pensar en otras cosa, "Me conoce bien" pensó. - Sin demasiada audiencia, vamos a casa primero. 



© 2019 El Blog de Rocío López. Todos los derechos reservados.
Creado con Webnode Cookies
¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar