No me veas así

Nina se hizo a un lado. Cuando vio a Francesca y Pietro juntos entendió que allí no era donde pertenecía, aquellos tenían una historia y un camino juntos, mientras que ella sólo era una amiga pasajera. Ellas habían conversado muchas cosas banales, pero una que sin duda se le grabó en la cabeza era escuchar hablar de ese chico.

- Los presentaré oficialmente.

La chica se giró en la dirección de la voz encontrándose de frente con ambos amigos de frente. El momento incomodo le provocó el color rojo de las mejillas y la hizo incapaz de sostener más la mirada. Aun si no estaba mirando, sentía las miradas curiosas y confusas sobre ella.

-Lo siento, me asustaron. - se reía algo nerviosa, pero más por tener a un chico como Pietro tan de cerca.

- Pietro, ella es mi buena amiga Nina.

Francesca se acercó a ella y la abrazó amigablemente, en ese momento ambas se miraron con una sonrisa. Pietro se rio atrayendo la mirada de Nina que seguía sonrojada, si bien los ojos de Nina se mantuvieron por más de un segundo sobre él antes de caer en cuenta que ambos se miraban con un brillo en los ojos.

- No me molesta compartirte con Nina. - le puso una mano sobre el cabello a ambas. - Mientras no seas de mala influencia para ella.

Los tres se rieron y ya toda tensión quedó atrás, la chica tímida ahora se sentía más cómoda con Pietro al ver lo amable que era y Francesca a su vez se sentía satisfecha al ver a dos amigos que estimaba mucho llevándose bien.


Días después

Llegó el día esperado por muchos y ya la escuela no parecía lo que era, "Parece una feria." Se dijo a sí misma la pelinegra, mientras recorría los pasillos para llegar al vestidor.

- Por fin llegas. - Nina la recibió en su vestido y con una sonrisa. - Te estaba esperando.

- Los pasillos son un caos. La profesora dice que nos tomemos turnos para controlar a la gente en los pasillos.

Una compañera entró en los vestuarios apurando a las chicas pues los clientes ya estaban llegando. Las alumnas de la clase salieron casi de inmediato de los vestuarios y en la cola venían Nina y Cesca.

El clima de verano era una de las cosas que más le gustaban a la pelinegra, pues los días solían ser de lo más agradable sin calor excesivo y con uno que otro día de lluvia. "Es un buen día", pensó mientras se distraía mirando el lugar. Lleno de gente moviéndose, los alumnos, funcionarios, profesores e invitados, de igual manera todos parecían alegres.

- Tenemos mucho trabajo que hacer.

-Exacto, no se queden ahí o me enojaré con ustedes. - se trataba de la presidenta de la clase. - ¡Vayan!

Era bastante amable y comprometida con su trabajo, a menudo pasaba por alto por estar metida en su trabajo, pero lo hacía bien y recibía crédito de todos, incluso de aquellos que eran sermoneados, así como Francesca y Nina.

Los chicos y las chicas de la clase ponían gran esfuerzo en la tienda y las preparaciones, parecían estar divirtiéndose a pesar del duro trabajo incomparable con otros años.


Llegó la hora de los descansos y las chicas salieron juntas. Nina y Francesca se tomaron el receso para conocer los otros puestos, deteniéndose a ver el trabajo de otras clases, en eso ven a Fernando con una lista camino a la oficina. En ese momento la pelinegra pensó en él y como ser útil para él.

- Iré a ver si necesita ayuda.

- Pero, es tu descanso.

A vista de muchos no había razón suficiente para hacer lo que ella quería hacer, pero quería hacerlo, las razones de su corazón las veía claras y para Nina sólo se trataba de una chica muy amable que siempre ayuda a quien vea en problemas.

- Te veré dentro de poco.

- Estaré en las bancas del jardín. - la castaña seguía mirando a su amiga con una sonrisa a pesar de que esta ya estuviera de espaldas.

La chica no se percató de la presencia de cierto rubio curioso, una de las razones por las que el corazón de la adolescente dio un brinco al oír su voz tan cerca de ella, no le dio tiempo de reaccionar y el chico pasó de mirar a Francesca a mirarla a ella.

- ¿Hacía dónde fue?

Nina de vuelta a la tierra, fijó su mirada nuevamente en los ojos claros de Pietro y respondió tan apresurada que se llegó a trabar más de una vez en la frase.

-...Era su descanso, pero se nota que ella es una chica muy amable.

Pietro miró con recelo lo que acababa de mencionar la castaña, recordó aquella vez que su mejor amiga cuidó de Fernando y cómo había exagerado las cosas, sin embargo, no era un pensamiento descabellado el reprocharle estar sola en la casa, al fin y al cabo, de un hombre como él.


Francesca no logró encontrar a Fernando en la sala de profesores, sin embargo, un maestro le comentó donde podría encontrarlo. El corazón de la adolescente se agitaba cada vez más con cada paso que daba, no solo por haber recorrer todo un pasillo de gente hasta el patio trasero, sino porque ganas de verlo iban creciendo como el sentimiento mismo.

- ¡Maestro! - El corazón parecía que se le salía y se le notaba en la mirada cuando lo vio caminando con la vista baja hacía los papeles que llevaba.

A pesar de haber gritado, no fue suficiente para sobrepasar el ruido de la gente. Se fue abriendo paso entre la masa para poder llegar a él, pero rindiéndose tan pronto se encontró sola en un corredor donde la gente se disipaba y se iba en diferentes direcciones.

- Hola.

La pelinegra se giró para ver quien le había hablado, pues la voz no le parecía familiar y mucho menos le daba la confianza para ella estar de espaldas a él. Un chico de aspecto simple que le sonreía de lado a lado luego de mirarla a los ojos y decirle algo que le heló la sangre, "Es un placer conocerte".



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