Una disculpa

En la escuela todo era movimiento, rápidamente las clases empezaron a trabajar en sus propuestas, algunos trabajaban en decorados, disfraces e incluso una obra de teatro a fin de recaudar dinero. El dinero quedaría para cada clase y a disposición de los alumnos mientras fuese algo positivo.

- Terminé. - con satisfacción la chica admiro su trabajo, sus ojos brillaban.

- Gracias, Cesca. Es un bonito vestido.

La adolescente se ofreció de voluntaria para ayudar con la indumentaria del café, no había desarrollado grandes habilidades, sin embargo, era algo que le gustaba.

- Terminé con todos los vestidos, eras la última.

Mientras su amiga empezaba a quitarse el vestido, Francesca se sentó y suspiro con cansancio. Si bien no ha tenido mucho descanso desde que era la ayudante de Fernando, pero no era lo único que le daba dolores de cabeza. "Evitar a Pietro es cada vez más difícil", se sentía hundida sin él, pero no estaba dispuesta a seguir pensando en eso.

- ¿A dónde vas? Recién terminaste de trabajar.

- Buscaré al profesor, quizás necesite ayuda con algo.

- Luces abatida, trata de descansar. - en la voz de Nina la preocupación era algo palpable.

- Luego.

Creyó que una sonrisa amplia y sincera podría ser suficiente para calmar los nervios de su amiga, pero Nina era testaruda y aunque no insistió mucho más allá buscaba la forma de ayudarla.


En la escuela todo era movimiento, rápidamente las clases empezaron a trabajar en sus propuestas, algunos trabajaban en decorados, disfraces e incluso una obra de teatro a fin de recaudar dinero. El dinero quedaría para cada clase y a disposición de los alumnos mientras fuese algo positivo.

- Terminé. - con satisfacción la chica admiro su trabajo, sus ojos brillaban.

- Gracias, Cesca. Es un bonito vestido.

La adolescente se ofreció de voluntaria para ayudar con la indumentaria del café, no había desarrollado grandes habilidades, sin embargo, era algo que le gustaba.

- Terminé con todos los vestidos, eras la última.

Mientras su amiga empezaba a quitarse el vestido, Francesca se sentó y suspiro con cansancio. Si bien no ha tenido mucho descanso desde que era la ayudante de Fernando, pero no era lo único que le daba dolores de cabeza. "Evitar a Pietro es cada vez más difícil", se sentía hundida sin él, pero no estaba dispuesta a seguir pensando en eso.

- ¿A dónde vas? Recién terminaste de trabajar.

- Buscaré al profesor, quizás necesite ayuda con algo.

- Luces abatida, trata de descansar. - en la voz de Nina la preocupación era algo palpable.

- Luego.

Creyó que una sonrisa amplia y sincera podría ser suficiente para calmar los nervios de su amiga, pero Nina era testaruda y aunque no insistió mucho más allá buscaba la forma de ayudarla.


La adolescente no tardó en toparse con él, era fácil identificarlo cuando estaba rodeado de alumnas adulando su semblante y porte. El alboroto era mayor, pues usaba un traje negro que lo hacía lucir como un galán y si Francesca negaba eso, mentía.

- Por favor, vuelvan a sus salones y ayuden a la clase, hay más cosas por hacer.

Estaba molesto e incómodo por las insinuaciones atrevidas de algunas alumnas. Entre que se hacía paso su mirada se fue a Francesca, quien no parecía tener una expresión clara, pues al adulto se le hizo difícil descifrar lo que realmente pasaba por la cabeza de ella, pero de todas formas le resultaba cómodo que no hubiese dicho nada sobre su aspecto. Le agradeció internamente, lo que pronto se vio reflejado en una sonrisa, a lo que ella respondió de la misma forma.

- Me preguntaba si necesitaba ayuda. - el rubor en la cara de ella pasó desapercibido por el hombre.

- Estoy pensando. - sin éxito y sintiendo que perdían el tiempo parados en el pasillo, dijo: "Te avisaré si necesitamos algo, ve a descansar"

La pelinegra vio a su maestro alejarse por el pasillo a paso rápido, aunque se sintió ligeramente decepcionada de no ser útil, no lo dio más vueltas al asunto y decidió dar un paseo por el patio junto con Nina que seguía en el salón.

- En mañana. - la emoción de Nina la hacía sonreír.

- Sí, será divertido. Quiero ver a todos en sus trajes y ...

Las chicas se callaron, ambas divisaron a Pietro a lo lejos, sin embargo, éste no tenía buen aspecto. Nina, no dijo ninguna palabra, pero ambas se lograron entender cuando la castaña le dio un pequeño empujón a su amiga, seguido de este acto genuino por su parte, Cesca se acercó con timidez.

- Pietro. - la angustia de todos los días sin su mejor amigo hizo que su voz temblara.

Los ojos del rubio se fueron desesperados hacía ella, tampoco podía creer lo que estaba viendo. "Francesca, claro que es ella", se convenció. La chica a la que más quería, su hermanita, su mejor amiga.

- Lo siento tanto.

Ambos podían entenderse. Ella ya no estaba molesta y mucho menos lo estaba él, se extrañaban y necesitaban, habían comprendido lo difícil que era estar en el mundo solo después de encontrar a su otra mitad. Desde niños que se hacían llamar hermanos gemelos, si bien creían que habían estado siempre juntos incluso antes de nacer y que ese era su destino.

- Yo también lo siento, por todo lo que dije.

Se abrazaron y no dejaron de decirse cuanto se querían y lamentaban lo ocurrido. El abrazo que los envolvía fue sanador, el chico sentía como su corazón se sentía más calmado a pesar de lo ocurrido con Paula, por otro lado, ella quien comenzó a sentirse más enérgica a pesar de la semana de trabajo que había tenido. Los dos en silencio curaron sus heridas y pronto la sonrisa volvió a sus rostros, se miraban llenos de felicidad y complicidad.

- No puedes volver a hacerme lo mismo.

- No lo haré. - con la mirada levantada hacía él se dejó besar en la frente. - Te lo prometo.



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