Correspondido


Pasaron unas semanas y tuvimos que volver al internado. Está vez es por el viaje de campo. Unos días antes de San Valentín vamos de viaje al bosque, como nos vamos mañana lunes, hoy se requiere tener todo lo que necesitemos para mañana. Sin embargo, Susana se las ingenió para encontrar a la persona que escribió la última carta que recibí.

- Así cómo te muevas, ¡te mato! - amenazó Susana.

- No entiendo, ¿por qué haces esto?

Me alejé apenas terminó con el lápiz labial. Susana me miraba sonriente. Voy a encontrarme con la persona que escribió la última carta.

- Ese color te sienta bien, ¿qué tal una sombra verde? - Negué con la cabeza. - Combinará con tus ojos.

- Estoy lista. - Susana tomó mi brazo y me giró.

- No estás lista, tu cabello...

- ¿Qué pasa con eso? - me tomé el pelo para ver a que se refería Susana.

- Aída, tienes un cabello castaño maravilloso, pero ¿por qué lo tienes que tener atado? - Susana ágilmente me sacó la liga que atrapaba mi cabello- Listo, pero le falta algo.

Susana corrió a su cajón y sacó un lindo adorno para el pelo, tenía unas flores muy lindas. Susana se acercó me lo puso sobre mi oreja. "Es muy lindo" me dije mientras me miraba en el espejo. Me sentía muy bonita por el detalle, pero sentí que algo tan lindo como lo era el broche para el pelo de Susana, no le correspondía a nadie más que a ella de usarlo.

- Aída, tranquila. No me lo devuelvas. Es un regalo para ti.

- Pero es tuyo.

- Era de Demian. Era un regalo para alguien más pero nunca se lo entregó. Me dijo que hiciera lo que quisiera con él. Cuando lo vi me pareció bonito, pero no era para mí... Supe que era para ti porque se te ve tan bien.

- Gracias.

Me volví al espejo para contemplar el broche. Me encantaba.

Esperé en el lugar que sugirió Susana a que llegara el Desconocido 2. No tardé en perderme en mis pensamientos y sobresaltarme cuando alguien pone una mano sobre mi hombro.

- ¿Gabriela?

- ¿Esperas a alguien? - dijo sin ánimos.

- Sí, algo así, ¿qué haces aquí?

- Buscaba a Demian, ¿No lo has visto? - Negué. - Bueno, seguiré buscando. Nos vemos, suerte en tu cita.

La forma traviesa en que lo dijo Gabriela me hizo pensar. No es como si fuera a hacer algo más que conversar... ¿cierto?, cierto, ni siquiera conozco al desconocido, ¿En qué estoy penando?

- ¡Aída! ¿Cómo estás? - Victoria.

- Bien. - dije alegre. - ¿Cuándo volviste?

- Hace unas horas, me encantó la India. Te contaré todo después de dormir unas horas.

- Está bien, descansa. - nos despedimos con un beso en la mejilla y Victoria se fue.

No tomé en cuenta la hora cuando de repente a parecen cierto par. Los gemelos, discutiendo como parece costumbre. Discutían sobre el cambio de horario en los países, fue por eso que miré mi reloj y me sentí desilusionada. Ha pasado una hora.

- Aída, ¡qué alegría verte!

-Hola chicos, ¿Cómo estás?

- Bien, íbamos camino a ver a Susana. Vamos a jugar video juegos.

- Diviértanse. Hablamos. - nos despedimos.

Me quedé un rato pensando en si irme o no, no alcancé a decidir porque de pronto llegó Jean Poul a mi lado. Se sienta y comienza a hablarme:

- Llevas mucho rato aquí. - me sorprendió la fluidez con la que hablaba mi idioma. - ¿Estás bien? Eres amiga de Susana.

La forma con la que dijo "Susana" me llegó a sonrojar. No lo decía como podría decirse cualquier nombre, había algo más y probablemente por esa razón ahora era amable conmigo.

- Sí, esperaba a alguien. No te preocupes. - le sonreí para que no se preocupase por mí, pero él era bastante observador.

- No esperes demasiado, comenzará a hacer frío. - Jean Poul se quita la chaqueta con intenciones de colocarla sobre mí.

- No tienes...- había comenzado a hablar, pero alguien arrebata las palabras de mi boca.

- No es necesario. Gracias. - Francisco.

Francisco alejó la chaqueta de Jean Poul y coloca la suya sobre mis hombros. Me mira y me susurra: "Lo siento por lo tarde" Negué con la cabeza y dije que estaba bien. Mientras Jean Poul parecía estar confundido con la actitud protectora de Francisco, yo le pedía disculpas, pero pronto se rio y se despidió de ambos.

- Francisco, así que... ¿Fuiste tú todo el tiempo?

- Sí. No encontraba forma de decirte lo mucho que te quiero. De verdad quiero que nos demos una oportunidad.

Cerré los ojos por un segundo y la imagen de Demian vino a mi mente. Las ganas de llorar y el pecho apretado. Abrí los ojos y vi a Francisco, un chico que de verdad me quiere, tiene sus defectos, pero no son terribles. Es buena persona...sin embargo, podía ver a Demian en el lugar de Francisco y solo deseaba saltar a sus brazos porque lo extrañaba.

- Lo siento. Francisco, necesito pensarlo un poco más.

Me sentí cobarde por no rechazarlo de inmediato y me sentí una mala persona, por darle ilusiones cuando la respuesta era no, desde que Demian se había instalado en mi corazón.

Me alejé lo suficiente para llorar tranquila, llorar por Francisco, por Demian y por mí. Si Demian no tuviera un lugar dentro de mí, entonces todos podríamos ser más felices. Me hundí en mí misma, eso hasta que oí voces conocidas. Me sequé las lágrimas y me acerqué a las voces, pero retrocedí rápidamente cuando vi a Lorenzo y Susana juntos.

- ...No puedo.

- Dime Susana, me voy a volver loco, ¿Qué sientes por mí?

- Nada. - no podía creer lo que oía.

Desde que los vi quise irme, pero la única salida es pasar por ellos, a estas alturas, presentarme los avergonzaría e interrumpiría entre ellos.

- ¿Nada?

- Nada Lorenzo, así era en un principio. Yo de verdad te quiero, Lorenzo. Eres más que amigo, no sé qué hacer sin ti.

De pronto a mi lado se abre la puerta del salón de música. Salen muchos alumnos saliendo por el pasillo donde estaban Susana y Lorenzo. Ellos seguían ahí.

Me escondí entre los alumnos, sonreí al ver la felicidad de mis dos amigos. Ellos estaban abrazados y riendo. Se estaban amando.



© 2019 El Blog de Rocío López. Todos los derechos reservados.
Creado con Webnode Cookies
¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar