No entiende razones


No lloré, así como me lo prometí.

Finalmente pude decirle a Demian como me sentía y se sentía bien dentro de lo que se podía estar bien.

- ¿Hola?

No había nadie en mi cuarto, estaba helado y oscuro. Corrí las cortinas para dejar entrar la luz y dejé el calefactor encendido. Ya podía alejar de mi mente a Demian, aunque sea temporalmente. Puse los cuadernos sobre mi escritorio y me puse a estudiar, no mucho rato después llega mi compañera.

- Oh, Aída. - me saludó. - Llegaste temprano.

- No hace mucho, estudiaba.

- ¿Y has comido?

No, no lo hice. En ese momento sentí como mi cuerpo gritaba por comida. No podía creer que había omitido el desayuno y pasé directamente a estudiar.

Me despedí de mi compañera y marché en dirección al comedor, algo tranquilo a esta hora, sin embargo, las mínimas probabilidades se hicieron presentes. No encontrar gente conocida, cuando hay gente conocida, no encontrarse con Demian después del enfrentamiento de hace media hora, casualmente Demian venía entrando al comedor, así como yo.

- Hola, Aída...y Demian. - Agregó cuando vio a Demian a unos metros de mí. - Siéntense, les traeré el desayuno.

La señora Cameron nos llevó hasta una mesa y nos sentó juntos. Ambos nos mirábamos incomodos, pero la señora Cameron no lo notó, se fue bastante pronto.

- Lo siento. Me porté mal contigo y tenías razón. No quiero seguir huyendo.

Las palabras de Demian se me clavaron en el corazón. Era una disculpa sincera y humilde, de pronto yo sentí las ganas de disculparme con él por haberle gritado sin pensar, tenía razón en que me buscó y yo también escapé.

- Yo tampoco voy a seguir escapando. - Puse mi mano sobre la de Demian. - ¿Somos amigos?

- Amigos. - Soy estúpida. No quiero ser su amiga, pero supongo que eso será un buen comienzo.

Tan pronto como sentí los pasos de la señora Cameron tras de mí, aparté mi mano de la Demian. Me sentí sonrojar y una sonrisa inevitable al ver a Demian en la misma situación que yo.

- Aquí les traigo, buen provecho mis niños. Hacen una linda pareja.

En vez de negarlo o corregir nuestra relación, ambos nos reímos y charlamos un buen rato. Me gustaba ser cercana con él, que todo pareciera lindo o simplemente agradable. Mirar a Demian a los ojos era una sensación espacial, me gustaban sus ojos cafés y su cabello castaño también y aunque no soy fanática de los piercings, me gustaban en Demian.

- ¿Aún no terminas?

- Me gusta disfrutar la comida. - Demian esbozó una sonrisa y luego se recostó en la mesa.

No pasaron ni diez minutos y Demian parecía estar dormido. Yo ya había terminado mi desayuno y dejé a un lado mi taza de té y el plato de las galletas. Me acerqué a él y mi mano se movió sola hacía su cabello, era suave y fino.

- ¿Me quieres? - La pregunta me tomó desprevenida.

Estaba despierto, de pronto se irguió mostrándose alto. Hice igual, ambos manteníamos en contacto visual y me costaba asimilar que Demian estuviera preguntando si lo quería, sentía que lo podía amar incluso.

Lo que me hubiera gustado decirle era que sí, pero tarde demasiado y la pregunta quedó en el aire cuando un montón de alumnos comenzaron a llenar el comedor y el bullicio que se produjo, no calmo el silencio entre los dos.

Demian se fue rápido y yo lo seguí.

- Demian, espera. - No me escuchó. Deseé poder decirlo más fuerte, así no hubiera podido ignorarme. - Demian, hablemos.

Estaba huyendo, justo lo que dijo que no quería hacer. Pese a que no hace lo que dice, trataré de yo empezar, no huiré de él.

- ¿Aída? - ¿Gabriela? - ¿A dónde vas tan rápido?

- Buscaba a ...- no le puedo decir que buscaba a Demian. - Demian, el director lo busca.

- Está bien, yo lo vi hace un rato, le diré. Así podríamos tener tiempo a solas para hablar más.

- Gabriela, no te preocupes. - no se me ocurre nada.

- Por favor, dame la oportunidad de estar con él.

Lo siento. - El director me lo pidió a mí, porque también necesita hablar conmigo, lo siento.

Gabriela insistió, pero logré convencerla. No mucho me ayudó a encontrar a Demian, habían pasado varios minutos y no sabía dónde estaba. Así pasaron unos minutos y supe donde buscar.

- Ya te vi. No te puedes esconder, sal de ahí.

- ¿Quién eres? - persona equivocada.

No debí asumir tan de prisa que era Demian, si me detengo a mirar, mi error saltaba a la vista.

- ¿ya me estás confundiendo?

- ...Demian. - me asustó. Apareció de pronto a mis espaldas.

- ¿Qué quiere el director? Gabriela me lo contó.

Vi como el chico que estaba cerca de nosotros se fue medio molesto, también a espaldas de Demian, estaba el edificio de administración y los alumnos a sus alrededores, todos regresando a clases, nos encontrábamos solos.

- Nada, el director no nos busca. Era una mentira.

Demian abrió los ojos, no creyendo que yo podía mentir así. Volvió a la compostura y preguntó:

- ¿Por qué mentiste?

- Te buscaba y quería saber dónde estabas. - sin que fuera sospechoso a ojos de Gabriela. - ¿Por qué te fuiste?

- No teníamos más de que hablar.

- Te llamé, ¿No podías esperar? - Él no puede entender lo raro que es para mí tratar de aceptar todos estos sentimientos hacia él. Y mi corazón no entiende las razones de quererlo, amarlo, pero estoy comenzando a aceptarlo.

Demian parecía confundido, pero ansioso de mi respuesta. Olvidé distancia, lugar y tiempo. Me acerqué para tomar su cara y atención.

- Demian, entiende. - mirando así, sus ojos, se hacía imposible no querer besarlo. - Demian, yo te amo. 




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