Angélica

Martes, 11 de febrero.

Conozco a Demian desde que llegó a al internado. Me enamoré de él y siempre he creído que ninguna chica sería especial para él. Cuando conocí a Aída, por primera vez sentí miedo de perderlo. Como cualquier persona, quiero una historia de amor. Una historia de amor con Demian. Desde que llegó, nos fuimos haciendo muy buenos amigos. Me convertí en su mejor amiga y una de las pocas personas a las que Demian confesaba cariño.

- ¿Qué ocurre? - Sin apartar la vista de la revista, mi hermano que estaba en el sillón se vino a recostar a mi lado.

- Creo que Demian está enamorado de Aída.

- Que mal gusto tiene para elegirla a ella y no a ti. Eres hermosa y tienes buen corazón. - Andrés me dio un abrazo. - Llora si quieres, eres mi hermanita menor.

- ¿Sabes qué no voy a llorar? - me aparté de él.

- Deberías, desahogarte es lo mejor.

Andrés me ha visto llorar otras veces, por lo que no me importó hacerlo frente a él, otra vez.

- ¡Maldición! Estoy tan enamorada. - golpeé la cama con fuerza, pero no hizo que mi rabia y tristeza se fueran. - Demian, de verdad te amo. Mírame a mí...

A la mañana siguiente comenzaron los preparativos para anunciar a los alumnos que fueron seleccionados al intercambio, alumnos con excelencia académica y alumnos destacados en deporte. En todas las categorías se encontraba mi hermano. Él es el mejor. Es infiel, pero es porque él cree que puede amar a muchas personas al mismo tiempo, no quita que ame mucho más a Victoria, por sobre todo el resto de las mujeres con las que ha estado. Es su gran amor.

- Alégrate para esto es que trabajamos tan duro. Tienes la expresión de haber venido de un funeral. - Le sonreía irónicamente a mí madre y ella ni lo notaba. Sólo le importaba el estúpido viaje a Francia.

Me alejé de mi madre para hablar con Demian. Él estaba con su familia, sus padres y Susana. Ninguno tenía un rostro muy amigable, pero de todas formas me acerqué para alejar a Demian de ese ambiente.

-Hola, ¿qué tal? - Saludé a ambos y Demian me sonrió.

- ¿Ella es tu novia? - Preguntó su padre.

Me moría de ganas de decirle que sí, pero seguro que Demian se enoja. - No, soy su amiga. Angélica.

- ¡Ah! Angélica, sí he escuchado de ti, me alegra que hayas estado para mi hijo siempre. - El padre de Demian parecía mucho más amable que la madre, quién no me había mirado en todo el rato que les hablé.

- Hablemos, tengo algo que decirte. - Demian me sonreía de lado a lado, creo que estoy haciendo las cosas bien.

Después de un rato nos alejamos de ellos. Demian y yo, fuimos a la parte posterior del colegio, su lugar favorito últimamente, no sé la razón. Demian estaba contento y alegre, parecía que la tristeza que lo había invadido el día de ayer por las palabras de Aída se había esfumado.

- Espérame aquí. Muero de hambre, te traeré algo para comer a ti también. Así charlamos y comemos algo.

- Te espero. - le sonreí.

Demian se fue pronto yo me quedé admirando el edificio frente a mí. Pasados dos minutos, logré ver unas siluetas alborotadas, acercándome más, me di cuenta de que se trataba de Susana y su madre.

*Paff*

- ¿¡Cómo me fallas así!?

Corrí hasta Susana. - ¡¿Está loca?! - La sostuve porque la cachetada no sólo le había dejado un color rojo vivo en la mejilla, también casi la había dejado caer al suelo. - ¡Es su hija, no la puede tratar así! Se supone que la quiere. - pero sólo veía a una mujer torturada, que desquitaba su dolor con su hija.

- ¡Sí, es mi hija!, y yo decido como educar a mis hijos. Vete de aquí, no es asunto tuyo.

- Mujer de los mil demonios, ¡Perversa!

Vi la mano de la madre de Susana levantada y toda la adrenalina que llegó de la nada, se fue de la nada. Entonces cerré los ojos y me encogí.

- Basta. - era Susana que se había mantenido en silencio hasta ese entonces. Abrí los ojos y vi a Susana sosteniendo el brazo de su madre y forcejeando con ella. - Llegaste muy lejos.

- ¿¡Qué sucede aquí!? - ¡Papá! Su mirada se fue de la riña, hasta mí. - ¡Angélica!

No estaba enojado, estaba preocupado. "Estoy bien", lo tranquilicé y mientras le explicaba lo sucedido, la madre de Susana se mostraba firme, pero inquieta.

- No puedo permitir que esto pase en mi colegio. - mi padre estaba molesto evidentemente, pero se mantuvo formal. - Váyase, se lo digo como el director, y como padre le digo, si vuelve a intentar tocar un solo pelo de mi hija, haré que se lamente el resto de su vida lo sucedido.

Mi padre me dejó con Susana, él iba a intentar una forma de ayudar a Susana. En cuanto mi padre desapareció de nuestro campo visual Susana me agradeció, sin embargo, no era todo:

- No puedes decirle ni una palabra a Demian.

- ¿Por qué?

- Basta, no sigas involucrándote más. - Susana se fue y yo volví al lugar donde Demian me esperaba. Se me heló la sangre.

Demian miraba confundido. - ¿Por qué estabas con Susana? - Inventé algo rápido, le dije que Susana creía que le habían robado dinero y me preguntó si sabía algo. - Entiendo, por eso tienes la mejor nota en actuación.

- No tengo...- Demian interrumpió.

- Sé que mientes, fue convincente, pero vi a la mamá de Susana por ahí, ¿Qué sucedió realmente?

Me di cuenta de que Demian no se refería a esa señora como su madre, temí que Demian hubiera corrido por la misma situación que Susana.

- Quiero saber que sucede con tu familia. Te diré lo que pasó, pero confía en mí y dime qué demonios sucede con ustedes.

Demian suspiró y luego se acercó para besarme la mejilla.

- Lo siento, no puedo.



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