Viaje al pasado

El amor que había entre Francesca y Pietro superaba en ocasiones el amor que les tenían a sus familiares, un lazo sólido forjado desde que eran unos niños. No hubo alguien que no se preguntara si había otro tipo de sentimiento, incluso Nina llegó a pensar si esa amistad los llevó a sentir algo más, algo que el resto de la gente ignoraba.

- ¿Estás segura? - era la segunda vez que lo preguntaba.

- Creo que ya es suficiente, ve a la cocina. - Enrico le dio unas palmadas suaves a la chica y la miró con ojos tristes.

Conocía a Pietro desde hace tiempo y sabía lo intenso que podía hacer, también sabia que si se trataba de Francesca no iba a dejarlo ir fácilmente.

- Lo siento, no quería asustarla.

- Tranquilo, iré a consultar con los demás, pero te vendré a ver cuándo termines tu pizza.

- Esta bien, gracias, amigo.

Los chicos se encontraron solos de nuevo, pero en esta ocasión Pietro estaba pensativo y Nina tampoco se atrevía a decir o hacer algo, con miedo de hacerlo enojar.

- Lo siento, es sólo que me importa mucho Cesca y también con quien salga.

- ¿Por qué es malo que Francesca esté con él?

Pietro estaba sorprendido por la pregunta de Nina, no se lo esperaba de una chica tan tímida como ella. Hizo la pregunta una pregunta directa y sin vacilaciones, eso lo hizo sonreír, había encontrado una nueva faceta de Nina que le gustaba.

- Voy a comenzar. Mi mamá me contó esta historia y yo lo reconocí a él por unas fotos.


Cuatro años atrás.

"Tamara es una prima lejana, ella vivía en Roma y tenía nuestra edad cuando se embarazo y murió, tuvo una discusión con su novio de ese entonces, nuestro maestro."

- Hija, deberías ir al hospital. No te ves bien.

- Estoy bien, es el embarazo. Estoy cansada es eso.

"Ella no estaba bien, pasaron los días y empeoró, llegó al hospital con un alto riesgo de perder la vida junto con el bebé."

- Por favor, quédate conmigo.

- Tamara, debes vivir por ti, por tu familia.

"Todos le intentaron dar apoyo, pero ella estaba muy mal y dio su vida para salvar la de su hija, pero la bebé era prematura así que tampoco sobrevivió."

- La bebé necesita a su papá, aunque te duela.

- No la quiero a ella, quiero al amor de mi vida de vuelta, teníamos planes y sueños juntos...

- ¡Yo también sufro, perdí a mi hija, no pierdas a la tuya!

"Mi tía jamás lo quiso para su hija y créeme que lo odiaba más después de abandonar a mi prima y su hija, aunque no fuera del todo su culpa, ni siquiera se presentó en el funeral"


- Es una historia triste.

- Lo es, mi familia no lo quiere volver a ver, siempre dieron todo por el bien ellos y él les dio la espalda. - hizo una pausa y miró con una sonrisa triste a Nina. - Claro, no era de la santa devoción de mi tía, pero al menos cuidaba de ambos.

- Entiendo, pero, quizás deberías contarle esto a Francesca.

- Lo quería hacer, pero mi mamá no quería que esta historia se hiciera conocer. Ella no culpa a nadie. - "Eran sólo unos niños", recordó las palabras de Beatriz. - Yo no pienso como ella, han pasado cuatro años y nunca ha ido a visitar su tumba, tampoco ha hablado con mi familia, pudiendo hacer todo eso y no ha hecho nada.

La chica comprendió que Pietro no diría más al respecto.

- Gracias, por confiar en mí.

La tristeza que había visto en el rubio se quedado atrás con una sola sonrisa, él le revolvió el pelo con cariño y su actitud habitual tomo lugar. A Nina le gustaba muchas cosas de Pietro, el que un chico le haya confiado cosas así, la hizo sentir especial y era una de las pocas veces en que no quería volver a casa en toda la noche y quedarse con él.

- Gracias por escucharme.

La velada había acabado sin problemas y a pesar de que no habían conseguido más información de Francesca, Nina mantenía a Pietro entretenido en su conversación, ambos estaban sorprendido por las cosas en común que tenían, más de las que alguna vez se hubieran imaginado. Caminando juntos camino a casa, parecía que el resto del mundo no existía.

- Me encanta el café y aprendí de mis padres a hacer muchos tipos de café, pero me quedo con el expresso.

- No me lo esperaba, digo eres alguien dulce y pensé que en sabores serías igual.

Luego de haber dicho eso, bastó unos pocos segundos para que la tez blanca de Pietro tuviera un color rosa en las mejillas, no se arrepentía pese a lo vergonzoso que era, y aunque Nina había quedado muda por la emoción, pensó que era natural en él y procuró no emocionarse demasiado. Agradeció el que le haya dicho que era alguien dulce, pero en el fondo no era así como quería que la viera él.

- Puedo prepararte café, debes probarlo. - los ojos le brillaban porque hablaba de una de las cosas que más le gustaban con la persona que le gustaba. - Puedo hacer un capuchino, latte, moca, de lo que te guste...

La interrumpió. - De lo que quieras estará bien, mientras lo hagas tú.

Pietro le sonrió, gentil y fugazmente, el instante no duró más de dos segundos, pues en el momento en el que el chico regresó su mirada al frente la vio a ella, Paula. 



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