Sueños

"Otra vez ese sueño", pensó Francesca, "Es la tercera vez que me pasa", nunca había sentido una frustración así por un sueño, no lo había compartido con Pietro por pena.

Estaba ella, tomada de la mano de un extraño cantando por las calles, luego despertaba y no recordaba nada más. Tomó entre sus manos la almohada y se la llevó a la cara, la suavidad de esta le encantaba y se lanzaba nuevamente a la comodidad de su colchón, cerraba los ojos esperando recordar más o continuar con el sueño, pero era inútil y no podía llegar tarde a clases por eso.

" Ahí estaba Francesca, sola en una calle oscura, hasta que aparecía él.

- Toma mi mano. - decía Fernando con una sonrisa en su rostro.

No lo dudo, estaba encantada, tomó su mano y se dio cuenta de que él la miraba de una forma especial. Sus ojos verdes brillaban y su cabello estaba ordenado salvo por unos cuantos mechones que caían en su frente, se acercó sin timidez para remover el pelo y en el momento en el que ella tocó su mejilla el ladeó su cabeza para que su cara quedara perfectamente en su mano.

- Puedes tocarme cuanto quieras, mientras seas tú. - le dijo casi como en un susurro.

Tenía los ojos cerrados y volvió a abrirlos para mirarla a ella. - Es hermoso.

- Dices cosas sin pensar, no te has visto a ti. - Francesca se ruborizó. - Tu cabello negro y sedoso, tus ojos me hacen creer que estoy en el paraíso y tus labios, no los he probado nunca...

Ya no se miraban, sus ojos se habían posado en los rosados labios de la chica, mientras ella los cerraba, quería sentir más que ver u oír otra cosa, sentir su cuerpo que cada vez estaba más cerca, sus brazos estrechándola contra él, sus manos y labios aproximándose a besarla.

- Bésame, bésame, bésame..."

- ...bésame, bésame...

- ¡Despierta hija! - Luisa estaba enojada, llevaba un tiempo llamando a su hija y esta no respondía. - Te quedaste dormida, ¡otra vez!

- ¡Mamá! - los colores le subieron a la cara.

"Lo escuchó todo, ahora nunca me dejará en paz", avergonzada, pero lejos de atormentar su mente con eso, pensó en Nina a quien había prometido llegar temprano para no dejarla sola, aún le costaba socializar, pero la castaña hacía su mayor esfuerzo y Francesca lo apoyaba.


Cuando llegó a clases Nina se encontraba sola, pero en cuanto se vieron las chicas se sonrieron y se acercaron para saludar. La adolescente estaba muy emocionada contándole como había ido su fin de semana, cosa en la que ambas coincidieron, no alcanzaron a hablar de ello en detalle pues llegó Pietro a su lado.

- Hola. - el corazón de la castaña se engrandeció, era demasiada presión y emoción, de pronto le costó continuar la conversación.

- Hola, las estaba buscando porque me encontré con la maestra de latín y dijo que no aceptaría atrasos, estaba molesta así que le creo.

- No es bueno, no quiero llevarme más tareas, ya hice las últimas con mi hermano.

- Te puedo ayudar, me gusta el latín. - ofreció Nina. - Y podrías ayudarme con Filosofía ya que te va bien.

- Es un trato. - los adolescentes se fueron por el pasillo a su clase.

Fuera de las clases varios alumnos eran los que intentaban entrar, sin embargo, no parecía haber rastro de algún profesor, tras unos segundos a lo lejos en el pasillo Francesca vio a Fernando en lo que parecía una discusión disimulada con Ágata, eso hasta que él se paró frente a su salón mientras que la pelirroja seguía su camino, pero al haber tanta gente se le dificultaba el paso y dejó caer unos papeles, tres alumnos incluida la adolescente se acercaron para ayudarla.

- Aquí. - en su mayoría parecían formularios y expedientes, salvo por el colorido de unas fotos. - ¿Son suyas?

- Sí, gracias. - el chico que había cogido las fotos se sorprendió por la rapidez de ésta para tomarlas. - Fotos mías.

La pelinegra terminó de entregarle los últimos papeles y la mujer se alejó rápidamente, pero se quedó pensando en ello, había mirado las fotos de reojo y no parecían ser de ellas.

- Ella no estaba en las fotos, ¿Cierto? - le preguntó su compañero. - Era otra chica con el otro maestro.

- Sí, también me di cuenta. - "Quizás le molesta que el profesor tenga fotos con otras chicas" se imaginaba Cesca, pero seguía pensando en la chica de la foto.



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