Ella es especial


La música, las luces y la gente nos indicaba que habíamos llegado.

Fue Victoria quien me llevó hasta adentro cogiéndome la mano. Dentro la temperatura era más alta, mucha más alta a comparación del frío de afuera.

- Aída, bailemos juntas.

No tenía que decirlo. Me gustaba bailar, eso era debido a Gabriela. Desde niña Gabriela tenía pasión por el baile, yo como su mejor amiga, la acompañaba en todo lo que ella quisiera, eso incluía el baile.

- Mira hacía tu izquierda. - dijo Victoria en mi oído.

Era Gabriela, bailaba con Demian. Ambos bailaban bien, pero Gabriela se robaba todas las miradas, tanto de chicas y chicos. Ella, por otro lado, no tenía ojos más que para Demian.

- Ya tendrás tu oportunidad de estar con Demian, no te acongojes.

- No, gracias. No es exactamente el sueño de mi vida, tampoco me quita el sueño.

Victoria no paraba de reír. - Entonces no lo mires tanto y ve a divertirte.

- Eso haré.

En unos minutos se nos unió Francisco, que hacía el intento por bailar bien. Me pareció adorable porque recuerdo que una vez me dijo que no le gustaba bailar.

- Ven, sentémonos un rato. - le dije a Francisco.

Aceptó de inmediato. A mí me dolían un poco los pies por lo que me haría bien descansar y hablar un rato con Francisco. Después de su confesión se me hacía difícil retomar el tema evitar seguir ilusionándolo, por eso intentaba encontrar casi siempre el momento para hacerlo.

- Hola, ¿Los puedo acompañar?

Una chica de nuestra edad. Parecía agradable y a ninguno de los dos nos molestó su compañía.

- Adelante. - dije. - ¿Todo bien?

- Sí, solo perdí a mis amigos, pero cuando los vea no los molestaré más.

- Tranquila, no molestas. - dijo Francisco alegre.

Desde allí la conversación entre ambos fluyó bastante bien, eso me dio la confianza para dejarlos a solas y volver con mi amiga.

- ¡Volviste! - me abrazó Victoria.

Victoria y yo estuvimos bailando con "Tennis Court" un remix, cuando comenzamos a bailar con otros chicos. La música era embriagante y nuestros movimientos gráciles, casi elegantes.

Veo de reojo a Demian cerca de Gabriela y ellos a punto de besarse. En ese momento no me importó que mi compañero de baile me estuviera mirando la boca y acepté su beso. No sé cómo hacía Demian para meterse en mi cabeza, aun así. Lo que duró el beso no lo pude disfrutar y cuando terminó, ambos nos alejamos como si nada hubiera pasado, no sin antes ver en otra dirección y encontrarme con los ojos de Demian y Gabriela, era obvio que habían visto lo que hice y simplemente los ignoré yéndome con Victoria.

Querer a Demian era intenso, es estar acostumbrado a que no eres especial para él porque no ha querido a nadie de verdad, sin embargo, puedes sentir una gran atracción de él hacía a ti, así es como te mantiene cautivada, ser lindo lo ayuda bastante en otros casos. Su personalidad, da la impresión de que los días con él no son iguales porque Demian siempre encuentra la forma de dar vueltas las cosas y lo que creías que era blanco, ahora es negro, pero puede ser blanco otra vez.

- Aída, vamos por alguna bebida.

- Sí, quiero agua.

Me sentía mareada, como si estuviera enferma. Me han roto el corazón antes y por el mismo chico. Odiaba querer a Demian como lo quería, sus señales confusas me hacían correr por un laberinto dentro de mi cabeza.

- Llegamos, quédate sentada. Voy por agua para ti.

- Gracias.

Miraba todo el lugar, ni rastro de Demian y el chico con el que me besé. Me sentí más aliviada al respecto, en eso llega rápidamente Victoria.

- ¿Cómo te sientes? - me dice entregándome el vaso con agua.

- Mejor. Gracias.

Nos quedamos un rato hasta que me sentí bien, entonces me dio curiosidad lo que tomaba Victoria.

- ¿Qué bebes?

- No me acuerdo del nombre, pero en serio, en serio tienes que probar esto. - me ofreció su vaso.

- No es alcohol, ¿verdad? -dije seria.

- ¡No, no! ¿De qué hablas? No creo...- Victoria siguió hablando, pero hice caso omiso, había probado un poco y me pareció una bebida deliciosa. - ...Sí, creo que tiene algo de alcohol.

- ¡Victoria!

- Ay, Aída. Una bebida no te hará daño. Ven, consigamos más. - Sigo algo desconfiada. - Si te das cuenta he tomado cinco veces ya y no estoy ebria. - Ambas reímos.

- Antes contéstame esta pregunta, ¿Capital de España?

- Madrid. -dijo riéndose

- ¿Quién es Gandhi?

- Está bien, te haré otra pregunta, ¿2+2? - dije riéndome.

- Cinco. - Mire a mi amiga seriamente, pero comenzamos a reír.

- Vic, la respuesta es sencilla. - Victoria me miró. - Esta escrita en colores en el cielo. - En el cielo había muchos colores, escritos, números y garabatos.

- Pff...jajajaja sí, claro. Yo estaba más cerca tontita. - Victoria se golpeó la cabeza y puso una cara muy tonta y extraña.

-jajaja, pero si eres tú la que pone caras tontas. -me burle y ella paro de reír. - Victoria, me siento tan bien. Creo que puedo ver sonidos.

- Sí, claro. Y yo soy Angelina Jolie. Aída, te diré lo que vamos a hacer. - asentí. - Uno, conseguir más de esta cosa. No sé cómo tienes efectos tan geniales. Y dos, la más importante, vamos a ¡BA-I-LAR!

Me sentía eufórica. - Creo que esta noche fue es...

Un desastre. La cabeza en dos porque la luz es demasiado brillante, ¡Ah ya sé! Una almohada, almohada... ¡Ah! Esto ... ¿Qué es? Es suave, esponjoso y redondo, ¿Una pelota terapéutica?

- Demian... - Una voz de chica, ¡Oh, por Dios! Cuando mi cerebro y yo nos dimos cuenta de qué se trataba, me paré en seco con los ojos cerraros, la luz seguía siendo bastante intensa. - ¿Demian?

Le toqué una...a Angélica. No me lo voy a perdonar, para más remate cree que soy Demian. Solo diez segundos después, el antes nombrado, se pronuncia:

- Silencio, por favor.

A medio camino de escapar, unos brazos se aferran a mi cintura, pero de inmediato se da cuenta del error y grita:

- ¿Qué haces aquí? - lo mismo me pregunto yo, Angélica. - Ay, solo vete. No me toques.

- Como si quisiera tocarte. - dije mientras salía de la cama.

Ya de pie, vi a mi alrededor. Había varios chicos y chicas, me desagradó ser parte de eso y me prometí nunca más ser parte de algo así. Tomé mi polerón estirado en una silla, mis zapatillas y salí de la habitación.

*se cierra una puerta*

Me sorprendí por el sonido, llegué a dar un pequeño salto.

- Aída, espera.

No necesitaba girarme para saber de quien se trataba, pero de todas formas me di vuelta para verlo.

- ¿Qué quieres?

- ¿Estás bien?

- Estoy bien y si eso es todo, me voy. Ahora no quiero hablar contigo.

Comencé a caminar y Demian me empezó a gritar.

- Nunca es momento de hablar contigo, siempre estás huyendo. Traté de hablar un, montón de veces contigo, ¡¿Cuál es tu problema?!

- ¡Tú eres mi problema! Eres tan insensible. - aunque tuviera ganas de llorar, ninguna lagrima iba a correr por mis mejillas. - La última vez que nos besamos, para mi había significado algo y tú eres él que huyó. No me puedes decir que siempre estoy evadiéndote, si tú siempre escapas de tus sentimientos, no eres capaz de afrontar tus propios problemas. Ya déjame en paz.

Angélica

Cuando ya no se escuchaban gritos, salí de la habitación y vi a Demian como nunca lo había visto antes. Me dio rabia e impotencia. Yo lo amaba de verdad, lo sé querer bien, pero siempre he sido su mejor amiga, desde que llegó.

- Vamos, entra.

- No quiero.

- Demian, hace frío, ¿Eres estúpido o qué? - No respondió. Odiaba a Aída por arrebatarme a Demian, lo estaba haciendo sufrir por su amor. - Eres estúpido.

Lo abracé como siempre lo hizo él en mis peores momentos, cuando más lo necesitaba, ahora él me necesitaba a mí.

- Te quiero.

- También te quiero.

Podía sentir de todas formas que me quería, pero Demian la ama a ella y yo quería ser amada así por él, quería ser alguien así de especial para Demian.



© 2019 El Blog de Rocío López. Todos los derechos reservados.
Creado con Webnode Cookies
¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar