Héroe

Para un extranjero como lo era Bruno, curioso y un poco despistado, no era de extrañar perderse en un recorrido por lo que iba a ser su nueva escuela. Conocía bien el italiano porque siempre convivió con el idioma, sin embargo, esta ventaja no lo ayudaba en momentos así en el que literalmente no se encontraba gente cerca.

- ...Ya me quiero ir, tengo que volver a mi puesto.

- Espera, espera. - era la voz de unos chicos en el pasillo. - Tranquila, dame tu número y me iré.

- Lo siento, pero ya me tengo que ir.

La voz de la chica sonaba un poco temblorosa, en ese momento no dudo en ir a ver que sucedía, "Si comento un error, sólo me disculpo y ya está", dicho eso camino un par de pasos y dio vuelta, vio de donde provenían las voces. Una chica de cabello negro claramente asustada y sujeta por su brazo por el chico.

- Hey. - no habían advertido su presencia y eso le dio la oportunidad a Bruno de acercarse más a ambos. - Ella no parece cómoda contigo, ¿Por qué no la sueltas?

Las palabras parecían amables, pero a los oídos de los chicos era claro el mensaje de orden, él no vacilaba y mucho menos bromeaba cuando se trataba de alguien en peligro.

- Tranquilo amigo. - el chico sonrió y soltó a Francesca, quien seguía perturbada y con los ojos como platos. - Me voy, te dejo la diversión a ti.

El tono burlón de aquel chico, seguido de una nalgada a la pelinegra hizo hervir la sangre del adolescente, se abalanzó sobre él y le dio un golpe que lo dejó en el suelo, aquel que quedó en el piso entendió su desventaja contra el extranjero y no dudo en huir en cuanto pudo.

- Cobarde, ¡No te vas...!

El contacto breve con las manos de Cesca lo llevó a calmarse, pero eso no evito que como acto de reflejo retirara su brazo a penas sintiera algo sobre él, pues todos sus sentidos estaban tensos, nunca había tenido que golpear a alguien, mucho menos a un italiano en su país.

- Lo siento, no te quería asustar.

- Tranquila, ¿Estás...?

El chico jamás había tenido la sensibilidad para consolar a una chica, por lo que cuando Francesca comenzó a llorar, él sólo reaccionó a abrazarla en silencio. Sintió una calidez que no había sentido nunca en su vida y quiso poder protegerla un poco más.


Entre tanto el evento seguía su curso con normalidad, Nina se preguntaba por su amiga, ya casi comenzaba su turno y aún no llegaba para reemplazar a su compañera.

- Abidutto, estás en las nubes. - le dijo con ternura Fernando a su alumna. - ¿Cómo va todo?

El adulto iba anotando todos los detalles y quejas que los alumnos le pudiesen dar y finalmente llegó al puesto de su clase, de inmediato notó la ausencia de Cesca, por coincidencia también su nueva vecina. Fue la castaña quien se hacía la misma pregunta que él, "¿Dónde está Francesca?" y pregunta a la que ninguno de los dos supo responder con claridad.

- Aquí estoy para mí turno.

Cuando oyó esa voz dulce desde su espalda se giró y vio a la adolescente, un poco desaliñada, con los ojos tristes y la mirada baja. No tuvo tiempo de preguntar lo que le pasaba cuando el chico que la acompañaba se acercó a él y comenzó a explicarle la situación, Nina por otro lado ya estaba junto a Francesca que permanecía tímida y sin querer hablar el respecto.

- Si quieres tomarte un descanso...

La pelinegra lo interrumpió y rechazó con cortesía la propuesta, pero en esos momentos no quería estar sola, se sentía más segura entre la gente que la rodeaba y que era de su clase. El adulto no insistió una segunda vez, pero le aconsejo que hablasen del problema si es que le sentaba bien.


Bruno se quedó hablando con Fernando sobre el atacante y este le dio toda la información necesaria, también le contó que lo había golpeado por lo que le hizo a la pelinegra y aunque él entendía que no era del todo correcto haberlo golpeado, el chico aceptó el castigo correspondiente como alumno de la escuela.

- Muchas gracias por todo, voy a abogar por ti, pero no sé que tan útil sea. - El profesor llevó hasta la entrada de la sala de profesores al adolescente y se despidió.

Ya encontrándose solo, se llevó las manos a la cabeza. Del tiempo que llevaba siendo profesor no le había ocurrido una situación así y le pareció totalmente lamentable, agradeció profundamente que la situación no haya ido a mayores. El corazón casi se le detiene cuando Bruno le cuenta todo lo que presencio. Se sintió impotente por no haber estado allí para ella.


Finalizadas las actividades del día, Fernando fue en busca de Francesca. No fue difícil encontrarla pues estaba ayudando con el orden y limpieza del lugar. Se acercó a ella y le pidió que lo esperara a salir para poder llevarla a su casa.

- Pietro me llevará, se enteró de todo y no me quiere dejar sola.

En efecto, el rubio estaba a escasos metros de ella vigilando que todo estuviera bien. Cuando la mirada de ambos se cruzó, se vieron reflejados intentando ser un héroe para ella, cuando en realidad no necesitaba nada de eso, sólo quería compañía, no quería un príncipe y mucho menos ver a todos mirándola con esos ojos. No quería tener a la gente recordándole constantemente que la habían tocado.



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