Andrés, Victoria y yo


Aída

Me sentí extraña, debía ser porque era mi primer novio.

Luego de quedarnos un rato conversando me fui a biblioteca. Demian no estaba, quizá debería ir a.... ¡no!, no tiene porqué importarme, de seguro estaba con alguna de sus tantas mujeres.

Hice rápidamente mi trabajo, me fui y antes de que tocaran el timbre, le entregué mi informe a la profesora, quien me miraba de mala manera.

- Demian, ¿dónde está? - ¿por qué tendría que saberlo yo?

- No sé. - Me daban ganas de decirle lo que pasaba por mi mente en ese instante, pero lo más seguro es que me retaría, por lo que me contuve, ¡Ese estúpido no está y aun así me provocaba problemas!

A penas toco el timbre para recreo, fui a hablar con Susana, tenía que contarle lo de Andrés y ... ¡Lo olvidaba! Andrés quería mantener la relación en secreto, ya que recientemente había terminado con Victoria y no quería causar más problemas. Decidí hacerle caso, aunque debo admitir, que me hubiera gustado, poder contárselo a Susana.

De todas formas, voy a ir con Susana, al menos le voy a contar que me gusta Andrés y para cuando pueda decirle que estoy con él, no sea tan repentino para ella.

Identifique a Susana en los pasillos, estaba junto a Lorenzo, ¡Qué oportuno!

- ¡Hola! - dije alegremente, aunque quisiera no podía ocultar mi alegría.

- ¡Hola! - dijeron ambos al mismo tiempo, lo que provocó que me riera ya que esos dos nunca coincidían, era la primera vez.

- ¡Tengo noticias! - Ambos me miraron sorprendidos.

- ¡Yo también! -dijo Lorenzo. - Aunque no es la gran cosa.

- Primero tú. - me daba más tiempo de preparar lo que diría.

- ¿Se acuerdan de que una parte del colegio estuvo cerrada por un buen tiempo? - ambas asentimos- No se emocionen, pero es una piscina. -dijo desinteresado.

- ¡¿Qué no nos emocionemos?!, hace tiempo que no me meto en una piscina. -dijo Susana. Me sentía igual que ella.

Las veces que podíamos salir del colegio, no podíamos ir a la playa o piscina. Susana podía, ya tiene dieciocho. Mis amigos se irían este año y no podía evitar estar triste.

- ¿Estás pensando en eso de nuevo? - Lorenzo me miró con cierta melancolía.

- Sí, no se puede evitar. Son los únicos amigos que tengo aquí. - Les sonreí y ellos me abrazaron.

De un momento a otro sonó el timbre y me tuve que ir a clase, ¡Dios! se me olvidó decirles lo de Andrés. Se los tendré que decir después.

Ya en clase, me di cuenta que Demian no estaba, no era que estuviera preocupada por él, pero se sentaba a mi lado, ¿cómo no darme cuenta de su ausencia?

Íbamos en la mitad de la clase y un pálido Demian apreció. Cuando me vio, me pareció más blanco que el papel, trataba de decir algo, pero no le salía la voz.

- Llaman a Aída a dirección. - ¿qué? ¡¿qué hice?!

- ¡Yo no hice nada! - me paré de mi asiento rápidamente.

- Aída, ve a dirección y Demian, toma asiento, por favor.

- Profesora, tengo que acompañarla. - la profesora lo miro raro, pero lo dejó acompañarme.

Camino a la dirección, el silencio reinaba y era más incomodo que cuando nos insultábamos. Prefería que nos insultáramos a tener este silencio. Mi corazón estaba muy ansioso, ¿por el asunto de dirección? supongo...

Venía encimada en mis pensamientos que, de un momento a otro mi corazón se paró, me paralice, no pude decir nada, solo me quede mirando, como mi novio besaba a otra chica, Victoria.



© 2019 El Blog de Rocío López. Todos los derechos reservados.
Creado con Webnode Cookies
¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar