Todo comenzó con un "Hola"


Me quedé después de clase por órdenes de la profesora, nunca pensé que el hecho de quedarme a conversar allí, harían que mis sentimientos afloraran en formas de lágrimas. 

"¿Estás bien? ¿Te veo sola?"

"Mi bebé, ¿cómo te va en el colegio?¿Haces amigos?"

"¿Así que te va bien? ¡Me alegro que tengas amigos!"

¿Cuántas veces a esas preguntas supe responder bien? con una sonrisa, por que lo que más me molesta es que la gente me tenga compasión. Pero mi profesora me llama después del almuerzo y me dice, "estás sola, ¿qué pasa?", la pregunta no la supe responder y me puse a llorar. Me fui como si nada hubiera pasado. 

Era la hora de almuerzo y tenía que ir a almorzar, aunque no tuviera hambre. Llegué a la mesa y mis compañeras reían, no se que qué cara debí haber tenido, para que todos los sentimientos que quería ocultar, fueran visibles a los ojos de una, eso provocó que las demás también fijaran su atención en mi.

-¿Te pasa algo?-preguntó una de ellas.

-Sí, tranquila, estoy bien-la voz me temblaba y la garganta la tenía seca.

-No llores...-mi compañera, sentada a mi lado puso una mano en mi espalda.

Mientras escondía mi cara en mis manos al darme cuenta que volvía a llorar, me consolaron y se los agradecí, en ese momento pensé, puedo formar un lazo de amistad con ellas, y no me sentí tan mal.


El transcurso de los días siguieron, y fue peor, seguía sin poder adaptarme a mi nuevo colegio y a mis nuevos compañeros, llegué a llorar todas las noches, refugiándome en mis mangas y anime, en ese engonces los libros para gente de mi edad.

Soy la primera hija de una familia, de clase trabajadora, mi hermana, no tengo buena relación con ella, mi madre es quién siempre me ha apoyado y siempre lo hará, mi padre es del tipo de personas que siempre espera un poco más y se enoja ante la pereza e irresponsabilidad, (es algo contradictorio, ya que cuándo esta en casa solo se echa a la cama a ver tele), y esa es mi familia, mis padres tenían la esperanza que en un colegio más exigente, podría tener un buen futuro, aún no lo se, no termino la enseñanza media.

Me encontraba en el colegio y como siempre en la compañía de mi fiel amigo prehistórico, mi celular. Dentro de todo, estar así me daba paz, estaba sola, pero al menos tenía un celular. Mi profesora no opinaba lo mismo porque en el instante que me vio con el celular me hizo una señal, no tenía mucho tiempo aquí, pero sabía lo que significaba. 

- Hay que conversar. 

Había estado preparada mentalmente para llorar, sin embargo, no fue así. Por suerte fue una conversación más breve y agradable, salimos de la sala riendo, lo que me hizo sentir más cómoda y feliz por mi cambio de escuela. Tenía una profesora comprensiva y sensible, preocupada por sus alumnos y eso que llegué hace muy poco.

-¿Sabes quién más está sola?

Que penoso suena eso. Negué con la cabeza y ella sonrió poniéndose a altura. Apuntó en dirección de mi compañera, era algo rara, se llamaba Susana, siempre usaba dos colas y de bajo perfil, encorvada, pero de cierta forma tierna. Mire a mi profesora, me armé de valor y me acerqué a ella. Toqué su hombro para llamar su atención.

- Hola, Susana, soy tu compañera.-le dije con una sonrisa y me puse roja de vergüenza cuándo comenzó a reírse- Sí sé que eres mi compañera.-me dijo con una sonrisa.

- Entonces, sabes cómo me llamo. - Que estupideces digo.

-Rocío...Que eres tonta.-se burló y yo me reí, era obvio si estaba diciendo algo estúpido.

Desde ese día, mis días no se parecían a ningún otro en compañía de ella.


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