Caer

- Paula, ¿Qué haces aquí?

- Hola Pietro, ¿Me presentas a tu novia?

Las palabras de la mujer habían provocado impacto en los adolescentes, Nina se había sonrojado al sólo hecho de pensar que alguien pensó que podría ser la novia de Pietro y esa idea le dio esperanzas, por su parte, el chico sintió las palabras de Paula como una puñalada, pensó en gritar que no, decirle que la quería a ella y un montón de cosas.

- Es Nina y es mi amiga.

El rubio se esforzó por no hacer sentir incomoda a la chica, no merecía tener malos ratos por su culpa, por lo que le dio una sonrisa reconfortante y la miro a los ojos dándole a entender un poco de su lamento.

- Es un placer, soy amiga de su mamá. Lamento si me equivoqué.

Aunque no lo había dicho con mala intención, creyó entender que Nina era su novia por la forma en que se miraban, y pese a lamentar haberle roto el corazón a Pietro, sabía que era la mejor opción.

El corazón le latía fuerte, el chico tuvo la necesidad de hablar con ella, no podía dejarla ir, había pasado un tiempo sin verla y no sentía que habían quedado en las mejores condiciones y quería rectificarse.

- Paula, yo...

No lo dejó terminar, vio en su rostro aquella mirada cargada de sentimientos y deseos, lo lamentó por un segundo, pero ya sabía qué hacer.

- ¿Van a casa verdad? - ambos asintieron. - Los iré a dejar en mi auto.

Aceptaron y en primer lugar fueron a dejar a Nina a su casa, luego fueron camino a casa de Pietro. Paula estaba calmada, parecía lejana y triste, así la vio siempre y no hubo vez que no quisiera ser el motivo de sus sonrisas o su alegría, cosas de las que la adulta nunca demostraba, cargaba con ella una pena y él quería ser capaz de ayudarla a soportarlo.

- Hablaremos, cuando esté lista. Lo que hiciste, nunca debiste hacerlo y yo no puedo hacerle eso a tu madre.

- Entiendo. - guardó silencio, tratando de aceptar la situación, pero se negaba rotundamente. - Te amo, eso no cambiará. Me bajo aquí.

Detuvo el auto y en fracción de segundos Pietro salió de allí, siguió su camino sin despedirse pese a los llamados de Paula. Lo vio alejarse por el retrovisor, cabizbajo y triste, "Lo hago todo mal", dejó caer su cabeza en sobre sus manos en el manubrio, estaba llorando, lloraba por un "Te amo", lo escuchaba, pero no era capaz de creerlo o no quería creerlo, negaba con todas sus fuerzas ese sentimiento y llorando se quitaba el peso del momento, no se acostumbraba a ese sentimiento.


Pietro comenzó a caminar, hasta que sacó su celular para llamar a Cesca. Ella lo entendería, ella era la única con la que podía conversar de Paula, era la única que conocía sus sentimientos por ella y poco le importaba si estaba con Fernando, en el momento en que bajó del auto, se había desmoronado, escuchó a Paula gritar su nombre, pero ese grito era de angustia, estaba lejos de hacerla feliz y eso era lo que más le dolía.

- Voy camino a tu casa. - dijo mucho antes de que la adolescente pudiera decir algo y colgó.


Por su propio pie llegó a casa su mejor amiga, lamentó cada paso hasta su destino, su madre le había restringido el uso de su moto para cuando a ella le pareciera, tampoco quería abusar de la paciencia de Beatriz.

- Te esperaba, vamos, entra.

- Gracias, pero no tenías que esperarme fuera.

- Estaba preocupada. - la chica le sonrió y lo hizo pasar. - Vamos a mi cuarto.


- ¿Me vas a contar que sucede?

Pietro resopló. Habían pasado 10 minutos en silencio viéndose las caras y preguntándose quien haría la hazaña de hablar primero. Contra las probabilidades comenzó a hablar la pelinegra, la preocupación le ganaba.

- Bien, es sobre tú y yo. - lo miró con extrañeza y curiosidad. - Saliste con el maestro.

Francesca cerró los ojos y se llevó una mano a la cabeza, "scusa, scusa, scusa", repitió sin parar, había olvidado por completo la llamada de Pietro, lo había pasado muy bien con su maestro que llegando a casa tuvo unos momentos de ensoñación hasta que la llamó Pietro, su llamada fue tan extraña que olvidó todo lo anterior hasta esa llamada.

- No quería tus disculpas, pero me gustaría saber que pasó.

- Sólo salimos. - Francesca tenía esa, pero no fue algo que ella pudiese notar, Pietro reconoció esa mirada que sólo le traía un mal presagio. No quería que la historia se repitiese con Francesca, no quería verla sufrir y mucho menos caer por él, Fernando.

- ¿Sólo eso? Responde. 

- Oh no, primero tú. Llegas a mi casa con una llamada extraña y me imagino lo peor, ¿Qué sucedió?

Lo había acorralado. En el fondo no era grave, pero todos sus sentimientos eran intensos cuando se trataban de Paula, desde niño siempre sintió admiración por ella y su belleza lo tenía cautivado, pero fuera de todo eso estaba su sonrisa, su voz, sus miradas, sus pensamientos y valía, todo lo que la hacía ser ella.

- Luego me vas a contar tú. - ella asintió. - Empezaré por el principio, esta mañana me encontré con Nina y luego...



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