Cada oveja con su pareja


Estaba con Demian esperando que las personas se terminaran de inscribir. Tomaba el lápiz cuando alguien me jala hacia atrás, un chico de nuestra clase, Francisco.

Casi instintivamente busqué a Demian con la mirada y rápidamente lo encontré. Me desilusionó un poco verlo alejarse por pasillo junto a Angélica. Solo desvíe mi atención de ellos cuando Francisco abre la boca para decir:

- Aída. - dijo para captar mi atención. - Me atraes, ¿sabes? - Negué con la cabeza.

Francisco era atractivo, pero no de la forma que lo era Demian. Francisco se empeñaba en conseguir lo que quería en materia de amor, es todo lo contrario a Demian, él sólo lo conseguía.

- Eres una chica agradable e inteligente, yo soy bastante atractivo y simpático. Así como Lisa Simpson y Nelson, aunque soy más atractivo que él, pensé que podríamos ser una linda pareja, juntos...

No pude decir nada, el ratón me comió la lengua. Lo que Francisco asumió como algo correspondido y sin ninguna vacilación se acercó a mis labios, pero se detuvo a unos pocos centímetros de mí, cuando mi mano tocó su pecho y mi cara lo esquivó.

- Esperaremos para eso, no necesitamos apresurarnos. - dijo con total confianza y con los ojos azules brillando como si le produjera cierta satisfacción mi reacción. - Vamos a inscribirnos juntos.

- ¡No! Lo hago con Demian. - Francisco de pronto estaba inexpresivo, nada parecido al chico de antes, cuando sonreía y sus ojos parecían bailaban de la emoción.

- ¡Oye! Déjala, no quiere estar contigo...- ¡no puede ser!

Me volteé con desesperación, era Gabriela, ella que en casi un año que no habíamos cruzado una palabra y ahora me estaba defendiendo.

El incidente tiene lugar en octubre del año pasado, y me resulta inverosímil creer que ella actúe como hace un año atrás, ahora, cuando estábamos cerca fin de año.

-Gaby. - Sonaba molesto, hasta que dirigió su mirada a mí. - Pff...llámame cuando no tengas guardaespaldas.

Y se fue. Eso dejaba un momento incomodo entre nosotras, ahora debía agradecerle por su oportuna intervención.

- ¿Estás bien?

Gabriela me sonrió, como si nada, como su me hubieses perdonado de la noche a la mañana. Asentí sin querer dejar las lágrimas salir, "¿Me perdonaste?" murmuré. Me sentía a punto de llorar al escuchar las palabras con las que soñé muchas veces:

- Sí, eres mi mejor amiga.

Gabriela se acercó y me abrazó, entonces no me pude contener. Lloré en su hombro y en silencio. Debió ser el dolor del recuerdo lo que hizo sentir tan amargo ese abrazo, no era alentador, ni reconfortante.

Demian

Esperaba inscribirme con Aída cuando aparece Angélica. No dudé en alejarme de Aída cuando mi mejor amiga mencionó que tenía algo importante que decirme y que los demás no debían escuchar.

- Tanto tiempo Demian. - Angélica se acercó a mí con voz seductora, ella era con la mujer que más tiempo había estado. Lo nuestro sobrepasaba lo carnal y prevalecía más la amistad que todo lo demás que hemos hecho. - Pensé que podríamos hacer cosas juntos.

Valió la pena venir. La tomé por la cintura y ella puso sus manos en mis hombros.

- Muy bien, pero ahora no podemos, quizá después, ¿te parece después del toque de queda?

- De acuerdo, pero ¿qué te parece pasar más tiempo juntos?, Si hacemos el proyecto juntos. - ¿El proyecto juntos? ¡No, amigas y tareas no se juntan!

- No, ya lo hago con Aída. - dije encogiéndome de hombros.

- ¡Vaya! Pero no has pensado que quizá le incomoda hacerlo contigo. Sólo mira, Francisco parece que tiene interés en ella, además, tú la odias.

Me di vuelta, en el momento justo que se iban a dar un beso, ¡Estúpida Aída! Si estaba mejor con otro, ¿por qué no me dijo antes?

- ¡Oh! Me sorprende Aída, no pensé que fuera de esas que dan besos a la ligera, primero Andrés, tú y ¿Francisco?

"¡Es cierto! La odio tanto. Me desagrada que solo el verla, me provoca nauseas que ahora este con Francisco" es lo que podía pensar cuando sentía que mi pecho comenzaba a quemar y agitaba mi respiración. "Es una chica más, estúpida, fea y desagradable"

- ¡Muy bien, hagámoslo juntos!

Besé a Angélica con pasión, con la misma intensidad de ardor que Aída provocó en mí con su terrible escena en el pasillo. El beso que le acababa de dar no fue para nada cálido, incluso se sintió algo frío, sin embargo, para Angélica fue un subidón de calor y ánimo.

- Voy a inscribirnos. Te espero en mi habitación después del recreo.

Ver a Angélica tan alegre me hizo sentir feliz por un momento, pero apenas la perdí de vista volví a buscar a Aída con la mirada.

Ella abrazaba a Gabriela y por alguna razón, eso no me daba buena espina.

Aída

- Aída tranquila. - Me alejé un poco de ella para verla. - ¡Hey! ¿Qué te parece nos ponemos al día?, Ahora que somos amigas de nuevo, recuerda que hacíamos todo juntas, ¿hagamos este proyecto juntas, ¿sí?

Lo que me pide no es difícil, pero no puedo dejar a mi compañero-Lo siento, tendríamos que conversar con Demian y hablar con la profesora.

- Pero Demian lo hace con Angélica, mira la inscripción.

Me acerqué a la inscripción. No era cierto, pero Angélica miraba la inscripción algo dudosa, hasta que Demian llego a su lado.

- ¿Qué haremos Demian?

- Demian y yo lo haremos juntos. - dije confiada e ignorando lo que mi amiga me había dicho antes.

Demian puso un brazo alrededor de Angélica, que no supo responderme y el "príncipe azul" tuvo que venir al rescate. - No, lo haré con Angélica. Y antes de que digas algo, no tengo razones para darte explicaciones a ti de porqué ya no haremos el trabajo juntos.

- Tienes razón, no tienes porqué darme explicaciones.

Me mostré firme por su decisión, sin embargo, era algo que me dolió como una traición. Luego de que ellos se inscribieran juntos, me inscribí con Gabriela, quien permanecía en silencio, cosa que agradecí internamente. No como antes sucedía, su silencio no me acompañaba y me dejaba sola, pero eso era algo a lo que me acostumbré, estar sin ella.



© 2019 El Blog de Rocío López. Todos los derechos reservados.
Creado con Webnode Cookies
¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar