Una mal despedida


Se giró hacia mí, sus ojos castaños me penetraban. Volví a sentir un escalofrío recorriendo mi espalda. - ¿Qué es tan importante?

- Es sobre Gabriela, voy a contarle todo...-dije lo que decidí en mi cabeza hace unos pocos segundos. Si Gabriela tenía que alguna vez escuchar la verdad, tenía que ser de mí, no de otra persona.

- ¿Qué...? -me miraba sorprendido. Yo también estaba sorprendida es primera vez que no lo veo en su faceta de "chico genial". Siempre parecía, calmado y otras veces con sus conquistas, coqueto.

- Pero quiero que no lo niegues si Gabriela te pregunta, de esa forma sabrá quién eres realmente.

- ¿Quién soy realmente? Y ¡¿quién me conoce realmente aquí?!-me asustó que me hubiera gritado. - Eres igual que todos los que conozco, ¡juzgando antes de conocer! Serás. -dicho eso se marchó, ¿tanto le enojó lo que dije?

- Lo hiciste enojar...-rápidamente me gire, para ver quién era. Susana, ¿había estado escuchando?

- ¿Estuviste escuchando a hurtadillas? -me miro sorprendida y luego me dio una sonrisa.

- Pasaba por aquí y escuche sus gritos...Pff, él nunca aprende. -Susana hablaba como si lo conociera, ¿una amiga quizá?

- ¿Cómo lo conoces? -pregunté. La verdad es que no podía ocultar mi curiosidad, alguien que tenía suficiente confianza para hablar así de él, eso era algo raro y digno de admirar.

- ¿No lo sabes? -negué con la cabeza- Soy su hermanastra. -la mire con deseo de saber más- ¿Quieres saber más? -Asentí- ¿Te parece si caminamos?

Comenzamos a caminar en dirección del casino y Susana comenzó a hablar:

-Te contaré una historia. Yo tenía ocho años cuando el padre de Demian se casó con mi madre, mi madre no es la mujer más perfecta del mundo, pero no la puedo culpar. Ella vio morir a la persona que más amas frente a tus ojos...Eso deja a cualquiera con una traba. Mamá me culpó a mí de eso, no entrare en más detalles sobre. - Asentí, quería que continuara. - Cuando Demian conoció a mi mama se llevó una muy mala impresión de ella, mi mamá no entendía por qué le caía tan mal, por lo que le hizo la vida imposible a Demian y a mí. En el fondo ella juzgo mal Demian, nunca quiso entender por qué Demian era así con ella y al final ella se salió con las suyas. Nos dejó a Demian y a mi aquí, tenía nueve y él siete cuando ingresamos, esa es la parte de la historia que mejor conozco.

De repente, Susana se detuvo y me miro. - ¿sabes? solo porque me inspiras confianza voy a contarte esto, la otra parte de la historia la sé por Demian. Su madre lo abandonó con su padre, ella trabajaba en las calles...- No puedo creer lo que me acaba de confiar Susana. -Y apenas vio la oportunidad, los abandonó y se fue con otro hombre...-Susana me dio una palmada en la espalda- No te sientas mal, Demian explotó porque lo juzgaste, fue inevitable hacerlo, pero tienes que entender que una gran parte es culpa de mi madre y la suya.

- Gracias Susana...- La miré y esbozó una sonrisa - ¿No te reirás porque te dije Susana?

- No...-por alguna razón la veía un poco más madura que la otra vez- Creo que estoy condenada me llames así para siempre, después de todo no esperaba menos de una anticuada como tú. -me chocó el hombro y luego seguimos caminando.

Olvidamos a donde realmente queríamos ir, entonces comenzamos a vagar hasta que oscureció, de verdad Susana era una persona muy agradable, me alegro haberla conocido.

Volví a mi habitación y procesé toda la información de hoy, se podría decir que ahora que sé un poco más de Demian. Puedo entenderlo mejor, el hecho de que no tome en serio a ninguna mujer debe ser a causa de su madre, mmmhh...la verdad es que no conozco a Demian, quizá no sea tan mala persona, pero necesito tiempo para afirmar eso.

A la mañana siguiente me desperté motivada, me arreglé rápidamente y fui en busca de mi amiga, tenía que decirle todo, las mentiras no son buenas y la verdad no mata tanto como la mentira. Gabriela, ¿me entenderá?

Pude ver a Gabriela en los pasillos. La agarré del brazo- Gabriela, hablemos. -Gabriela me miró y se zafó de mí, le pasa algo.

Muchas veces me topaba con Gabriela, pero ella simplemente me evadía. Aun fuera así estaba decidida a contarle todo.

Volví a encontrarme con Gabriela, esta vez en el jardín. No tenía opción, tenía que escucharme.

- Tengo algo importante que decirte...-Gabriela intento evadirme y me antepuse.

- Aída, déjame en paz. - ¿Qué? ...Intenté que se detuviera, pero de repente llegaron Sandra y Ema.

- Sale, ¿no has oído que no quiere estar contigo?

- Aída, has sido mala. - ¿Ema?, ¿De verdad? Se acercó a mi amiga y le dijo al oído-Vayámonos, será mejor que no te juntes con ella, puede que después te quite otra cosa...- ¿De qué está hablando?

Rápidamente se alejaron y me dejaron sola, intenté nuevamente hablar con Gabriela, no me bastaba lo que me dijo, tenía que darme una razón.

Me encontré con Gabriela en el pasillo, bebiendo agua de su botella, esta vez estaba sola. Fui con ella, la agarre por la muñeca y por primera vez le grité con lágrimas en mis ojos.

-¡Háblame! Dime qué hice mal, ¿por qué no hablas conmigo? Tengo algo importante que decirte. -ella me miro sorprendida y luego volvió a su seriedad- ¡Por favor, escúchame!

De repente Gabriela levanto su botella y me tiro el agua en la cabeza. Tiro la botella vacía en mi cabeza.

- Debiste pensar las cosas mejor antes de besar a mi novio. - ¿cómo se enteró?-¡Qué quede claro que ya no eres mi amiga!- Sandra y Ema se acercaron con sonrisas en sus rostros y a espaldas de Gabriela, ¿ellas le dijeron?- Por cierto...- se quitó el collar de corazón. Lo compramos juntas cuando llevábamos un año de amistad- Esto ya no me pertenece, puedes botarlo si quieres o dáselo a tu siguiente victima...

Me caí al suelo. Cada palabra para mí fue como una apuñalada en mi corazón, todo lo que me dijo me quedo grabado con fuego en la memoria, el sentimiento me abrumaba, el estar en los pasillos también. Me pare y corrí a hacia los árboles que estaban más lejos del jardín, allí nadie iba, era el lugar perfecto para quedarme allí.

Me puse a llorar, todavía recordaba la mirada de Gabriela, como sus verdes ojos me miraban con odio, la forma en que se quitó el collar y me lo arrojó, me ponía peor conforme recordaba todo. Llegue a un punto en que no tenía más lagrimas que llorar, me sentía muerta en vida...



© 2019 El Blog de Rocío López. Todos los derechos reservados.
Creado con Webnode Cookies
¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar